viernes, 31 de diciembre de 2010
Balance y mensaje de fin de año.
El año que termina ha sido un año deprimente para la Cuba, “chata, rota, derrotada, crispada, inculta, injusta; con las masas hambrientas hasta la desesperación”.
Transcurrió el 2010 con sus luces y sombras. A mi humilde entender con más sombras que luces, en lo que se refiere a la lucha por la libertad de Cuba, que aunque el régimen se ha hundido cada vez más, ha sido por la ineficiencia del sistema y no por la eficacia de sus opositores.
En el campo económico la tiranía no levanta cabeza a pesar de los múltiples cabos que le tiran periódicamente desde las más diversas e inesperadas posiciones; pero en el campo político, después de sufrir una serie de reveses, lograron con la invaluable ayuda de la jerarquía católica cubana, el gobierno del PSOE en España y la ineficaz gestión de la mayoría de los “opositores” más emblemáticos y conocidos, salir a flote, con el destierro de una cantidad de presos que libres en la isla, hubieran podido hacer una diferencia formidable en el empeño de llevar la lucha a las calles de Cuba.
En el campo “contrario” a la tiranía, ha quedado evidenciada—y lo consignamos con dolor y vergüenza, pues hemos sido parte de los ingenuos engañados—una de las mayores estafas intelectuales, políticas y sociales de la Historia de Cuba, al demostrarnos la experiencia y los hechos, que una enorme porción de la “Disidencia” y la “Oposición” tienen montada una gigantesca operación de engaño y de desinformación con el único propósito de establecer un modus vivendi que les permita vivir muy por encima del nivel del cubano promedio, mientras esperan muy cómodamente—manteniéndose en el “hit parade” de la disidencia—por un imponderable que los catapulte a las alturas del poder, y si éste no se produce, no les importa, pues al fin y al cabo, conocen hasta donde deben llegar, sin pasar la raya que les ha trazado la tiranía y no la pasarán, y mientras tanto tienen asegurado un nivel de vida regalado y sin grandes contratiempos ni necesidades, como las que padece nuestro pueblo.
La verdad es que hay que tener muy curtida la piel para no sufrir y no dejarse llevar por el pesimismo y el facilismo, abandonando la senda del deber y la lucha, ante tanta trampa, tanta mentira, tanta vileza, tanta traición, todo disfrazado de “democracia”, contra su propia Patria.
Claro que no se puede generalizar y achacar a toda la dirigencia opositora la misma actitud. Se haya consuelo cuando se está seguro de que en la historia de los pueblos se van quemando etapas, que conducen a que la verdad resplandezca y que nuevas generaciones vayan formando el relevo imprescindible y necesario.
Nuestro optimismo, tal vez infundado, contra toda agorera profecía, nos dice que en el 2011, ha de irse afirmando dentro de Cuba, una nueva oposición, que hoy aún es incipiente, pero que se despojará—si quiere seguir recibiendo la ayuda desinteresada que desde el exterior facilitan los que no están al servicio de ningún interés particular, mercantilista o de grupos de poder y/o gobiernos extranjeros—de la costumbre y de la idea instaurada por los Gobiernos norteamericanos, de que para luchar por Cuba se recibe paga.
Resulta paradójico que los grupos más conocidos, en los que más esperanza cifró la dirigencia del exilio, son precisamente, los que más han defraudado esas esperanzas, en su afán desesperado por manejar “los fulas” que les han ido manteniendo en la palestra y elevándolos a un modo de vida muy por encima del cubano promedio, cosa que desafortunadamente crea un abismo entre esos líderes y la supuesta masa que se ha de ganar para que sean sus seguidores, amén de las pugnas intestinas—puestas en evidencia en los últimos meses—por el manejo de esos recursos y su reparto.
Pero el montaje no está solo en los más conocidos, sino que se ha extendido a miserables ladronzuelos de poca monta que se han lanzado a pescar en las aguas revueltas de un exilio que desespera por demostrar que no se ha olvidado de la patria y que en su caso “ausencia no quiere decir olvido”; pero poco a poco el tiempo y su actuación los ha ido poniendo al descubierto y cada día les será más difícil seguir medrando a nombre de la sagrada causa.
Pero dentro de este tétrico y lúgubre panorama, surge una luz de esperanza (que contra viento y marea y todas las triquiñuelas de los estafadores, de los falsos patriotas, de los infiltrados por la tiranía dentro de las filas opositoras) en las antorchas del relevo recogidas por jóvenes opositores casi desconocidos que van ganando un espacio dentro de las filas del genuino anticastrismo, que no comulgan con ruedas de molino, que rechazan abandonar el territorio nacional y sobre todo que están dispuestos a bajar al pueblo del que han surgido y a compartir con ese pueblo sus penurias y a acompañarlos por la senda de la rebeldía, de la denuncia y la protesta dura, sin aspirar a que su militancia les provea de un modo de vida y un status económico que los catapulte por sobre sus conciudadanos.
Son esos cubanos—regados por toda la geografía de nuestro Archipiélago—los que nos dan ánimo y nos impulsan a no desmayar, pese a tanto fracaso y a tanta miseria moral, que a veces ahogan y matan los buenos deseos de los que lo dan todo a cambio de nada. Muchos de ellos pueden llegar a ser los líderes que llenen el nicho dejado por los que por sus ambiciones bastardas han desertado de su deber y han manchado la imagen del anticastrismo. Tal vez todavía adolezcan muchos de ellos de una clara noción de cómo se orquesta una verdadera resistencia popular contra una férrea tiranía y tengan una falta de preparación política que asusta, pero en sus buenas intenciones hay que confiar, con la certeza de que irán aprendiendo por el camino, porque ya está muy cercana la hora de que nuestra tierra tenga que alumbrar a un joven, un puro, que beberá en la historia verdadera de nuestra patria y de sus héroes, sabrá distinguir entre los genuinos y los falsos héroes fabricados por la mentira de esta “revolución destructora” y encontrará nuevos, audaces y dignos de ser seguidos los postulados inmutables de la Cuba eterna, recogerá las banderas caidas y mancilladas por tiranos y falsos opositores y encenderá con su fe, su accionar y su palabra, la llama de la rebeldía imparable, que volverá a hacer de Cuba lo que estaba encaminada a ser en el concierto de las naciones del mundo y que la maldita revolución castro comunista frustró.
Solo por esa esperanza vivimos y afrontamos tanta calumnia, tanta maldad, tanta podredumbre, porque a pesar de todo, aun seguimos teniendo fe en nuestra tierra y en el destino luminoso que debe de cumplir en lo universal.
Tiene que ser así. No puede ser de otro modo. Porque lo otro sería reconocer que ya Cuba se perdió definitivamente, que el cubano dejó de ser lo que fue hasta que lo obnubilara la traición y las pesadas cadenas del castrismo y que va a seguir aceptando por secula seculorom los dictados de sus verdugos y de la mafia gobernante.
Para muchos este venidero 2011 va ser el año decisivo que regirá los destinos de Cuba por el próximo cuarto de Siglo. Es hora de dejar a un lado diferencias baladíes y olvidar roces y ofensas, en aras de la sagrada causa a la que nos debemos todos los que nos proclamamos buenos cubanos. Es hora de arrimar el hombro juntos, los liberales, los conservadores, los republicanos, los más de izquierda, los más o menos de derechas, los nacionalistas, mientras ninguno de estas corrientes de pensamiento se apunten a ninguna idea totalitaria y dictatorial o sean marionetas disfrazadas de la actual tiranía.
Ya a nadie podremos echarle la culpa, si no sabemos cumplir nuestro deber como pueblo. Todos llevaremos como una calimba la marca de los pueblo sumisos y nadie en el Universo nos va a respetar como conglomerado; y lo más doloroso: el sacrificio de todos nuestros mártires habrá sido en vano.
Por: Aldo Rosado Tuero.
Tomado de: www.nuevoaccion.com
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