viernes, 29 de julio de 2011

Respuesta a Porque no firmo?

Estimado Dionisio:

He leído con atención tu publicación en "autogestión" sobre las razones que te asisten para no firmar el documento "El Camino del Pueblo" y me parecen muy justas y atenidas a una lógica enteramente democrática y sobre la que argumentamos con frecuencia los que hemos optado por vivir en libertad, ya desde hace bastante tiempo. Esa vital condición inherente sólo al hombre libre nos hace sentirnos fuertes, a veces más de lo que hubiésemos debido si nuestro destino -escogido o impuesto- hubiese sido diferente; en fin, el tema me parece interesante y queramos o no introduce, vinculado a la discordia, un elemento sino nuevo, en cierto sentido revitalizador.

Yo tampoco firmaría nada y ¿sabes por qué?, porque estoy convencido que los problemas de Cuba y de los cubanos, ni se resuelven con documentos, escríbalos quien los escriba e independientemente de quienes lo presenten. Más de medio siglo es demasiado tiempo para confiar en la ductilidad, por demás inexistente, de los que se han apoderado del país en ese lapsus y han demostrado su terquedad más absoluta en la idea de morirse en el poder pensando que eso representa un "acto de consecuencia" refrendado por un mandato otorgado por el pueblo. Acto de mesianismo insensato y cruel que suele anidar sólo en mentes trastornadas y muy siniestras.

Como no me gusta perder el tiempo, ni encarar posibles y futuras frustraciones, prefiero no refrendar a nadie con mi modesto respaldo, eso sí, de un cubano que nunca ha dejado de preocuparse por el destino pasado, presente y futuro de su país. Hay además otra razón que me asiste, el hecho de que el único documento potencialmente válido en la situación actual de Cuba, tendría que ser el que estuviera avalado por las firmas de quienes estuviesen dispuestos a aprobarlo entre la población. Ello conllevaría la gestión por la que tanto tú como yo abogamos, y que debe consistir en el hecho de que la disidencia y la oposición lograran, antes de pensar en sentarse con personeros del régimen, darse a conocer plenamente entre sus compatriotas y granjearse su apoyo; lo demás estaría muy a tono con esa gráfica frase que dice: "están poniendo la carreta delante de los bueyes" Si las cosas fueran así, entonces haría cualquier cosa por dar mi respaldo como uno más, que es definitivamente lo que soy.

Sin embargo, siempre he querido creer que mi manera de pensar en cuanto a cosas como éstas, está libre de cualquier influencia y que constituye verdaderamente una decisión personal. Quizás me embargue cierto espíritu de rebeldía que según recuerdo es como una constante en mi actuación, que me permitió vivir sin someterme a la doble moral, aunque por ello pagara su precio, en ella nace mi admiración por la democracia y el respeto por la opinión ajena. Te digo esto porque no comparto la idea de que muchos, entre ellos algunos con los que comúnmente tenemos amistad -de FB, al menos- aparecen entre los que firman, como bien dices tienen todo el derecho, pero no puedo acusarles de que estén equivocados y criticarles; ¿sabes por qué?, porque ellos pensaran lo mismo sobre nosotros y entonces estaríamos contribuyendo al éxito del único y verdadero enemigo que tenemos: los infames a quien conoces. El apoyo de terceros, por poderosos que sean, no me interesa, más bien creo que es algo que los cubanos debieran haber aprendido a encarar y manejar desde hace tiempo. Quizás pienses que el anterior es un argumento manido y deleznable, pero ha sido el "boomerang" que con frecuencia nos golpea una y otra vez.

Biscet, a quien respeto enormemente -a pesar de lo que hemos comentado antes sobre él y que no ha sido para denostarlo, tú lo sabes- anuncia que próximamente se reunirá con otros opositores para elaborar otro documento; tampoco lo voy a refrendar, te explico: si alega que no hay la más mínima posibilidad de diálogo; correcto, pero lo que sí creo es que estos señores cuya sola visión deja entrever de quienes se trata y qué han pretendido siempre, no se sentarán con nadie. Sólo lo hicieron con el cardenal -representante de la Iglesia Católica- porque saben que es la única entidad que en el país que ellos gobiernan no se puede meter en política. Eso creo que está claro, si alguna vez lo intentaran, también quedarían fuera del juego. Algunos afirmarán que la actitud de la Iglesia católica cubana es política, no lo creo; es oportunista y lascivamente discordante en lo tocante a la ideología religiosa, que no es lo mismo que aspirar a ser político dentro de una sociedad totalitaria; pero ese es otro tema. Por demás estos individuos saben que abrir cualquier ventana -como alegó el "Jefe"- significa "dejar escapar el poder" y agrego: para ellos perderlo significa la única posibilidad de poner su cabeza en la picota.

Por último; muy a mi pesar, sobre todo por mis 63 años -que ya no son pocos, al menos en términos de tiempo físico- sabes que mi apuesta es por una solución que sobrevendrá cuando el propio tiempo comience a hacer desaparecer -físicamente- las causas de nuestros males y, desgraciadamente para mi, ya no quedarán muchas opciones si alguna. No tengo a menos utilizar vocablos que bajo otras condiciones pudieran parecer crueles y hasta exagerados, pero odio, aborrezco y desprecio tanto a estos malditos que nos desgobiernan, que prefiero no brindarles la más mínima oportunidad de que se ceben en el propósito de atomizarnos, lo cual sería verdaderamente triste. Creo que en muy pocas ocasiones el "dead end" de un camino se ha visto rodeado de un bosque con tantas, diversas y peligrosas fieras.

Mi comentario, algo extenso por cierto, es enteramente personal -Creo habrás leído mi opinión en el último trabajo del blog (http://collagecubano.blogspot.com/)y aunque allí las ideas expresadas son más generales coinciden, grosso modo, con lo apuntado aquí. Todo seguirá su curso, pero de lo que si estoy seguro es de que en la futura democracia que llegará a Cuba algún día, poco habrá de importar una que otra rúbrica al pié de un documento que como muchos quedará en el intento, excepción de los que hallan servido para condenar un inocente por el mero hecho de pensar diferente y cuyos autores y firmantes tienen nombre y apellidos de no muy grata recordación.

Saludos, José Arias.

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