No hace mucho tiempo, leí que el número de cubanos que se ha convertido en ciudadanos españoles ha ido aumentando. El régimen no se pronuncia públicamente con relación a este nuevo fenómeno. Soterradamente presiona a los miembros del partido y de la juventud comunista, amenazándolos con perder su militancia en caso de iniciar los trámites de españolización.Que vergüenza.
A pesar del silencio acostumbrado en temas tan controversiales por parte de las autoridades de la Isla, fuentes confiables dan como dato curioso que se han emitido unos 66 000 pasaportes españoles a favor de cubanos. Se espera que en un futuro se beneficien de 180 000 a 190 000 personas cuando se resuelvan todas las solicitudes presentadas para acogerse a la denominada Ley de Nietos. El 27 de diciembre del 2011 cerró el proceso optativo y el cónsul General de España espera que un 1,7% de la población cubana alcance la ciudadanía española.
Antes de todo este proceso, la colonia española en la Isla apenas alcanzaba unas 28 000 personas. Si se añade el efecto multiplicador que posee la ley, ya que los nuevos ciudadanos se benefician con la posibilidad de solicitar la ciudadanía española para sus hijos menores de edad, la repercusión puede valorarse como trascendente.
Este fenómeno incorpora una nueva tendencia a la cubanidad en crisis. Ya no es solamente irse para Miami u otro rincón del planeta, sino convertirse en ciudadano de la madre patria para disfrutar de los beneficios de la ciudadanía de la Unión Europea. Aunque se tenga que resucitar un pasado muy lejano y totalmente desconocido. Aunque sea necesario distorsionar la ascendencia. El asunto es escapar de la Isla.
Lo más bochornoso, y lo conozco de primera mano, es saber como muchos antiguos defensores del statu quo totalitario han hecho un giro de 180 grados en sus principios ideológicos y sin romper totalmente con el régimen, toman este camino, se hacen del pasaporte codiciado y a viajar, con dinero de los esforzados parientes que trabajan duro en el extranjero, por supuesto. Por Miami he visto a varios haciendo turismo con platita ajena.
También, a través de mis vivencias personales, he visto viajar a otro tipo de cubano a la “Madre Patria” y buscar nuevos horizontes en parajes de donde salieron sus propios ancestros, que habían huido de la miseria en una época donde España apenas se recuperaba de la pérdida de sus posesiones coloniales.[i]
Todo cambiaría radicalmente a partir de 1959. De país de inmigrantes provechosos y trabajadores, Cuba se convirtió en país de emigrantes de todas las condiciones sociales y raciales. El régimen fue cerrando poco a poco los canales de comunicación con el exterior como parte de su empeño en aislar la Isla del mundo occidental, entre ellos Estados Unidos y la España franquista, que no era democrática, pero era pro capitalista y aliada de USA. Sin embargo, los cubanos se las arreglaban para escapar, en sucesivas oleadas, de la tierra en que nacieron pero que ya se transformaba en una gigantesca cárcel.
El régimen totalitario armó desde muy temprano un programa ideológico de educación de las nuevas generaciones en un ambiente patriótico y de rechazo a la influencia extranjera occidental. De inculcación de las ideas socialistas y antinorteamericanas y de desconocimiento total de los valores heredados de la colonización española. Se negaba también rotundamente, y todavía se sigue haciendo, los aportes que hizo la República, en su breve período de precaria existencia, a la formación de una conciencia civilista como preconizara José Martí.
Nunca olvido que algunos de mis alumnos ya llegaban a mis clases de Historia con una mentalidad prefabricada por la TV. Al margen de los discursos prolongadísimos del comandante y la intensa propaganda que se ha desplegado durante todos estos años la saga de Elpidio Valdés, que se inicia en los 70s con varios filmes y cortos, generó un amplio auditórium de niños y jóvenes identificados plenamente con la causa independentista cubana y los hechos heroicos de los mambises, la lucha contra el colonialismo español, y contra la complicidad de los poderosos propietarios azucareros norteamericanos, que siempre eran presentados como anticubanos y, por tanto, enemigos acérrimos de la independencia de Cuba.
Todo metido en un mismo saco y mezclado hábilmente era el mensaje ideológico principal de esta serie que magistralmente Juan Padrón expresó en sus caricaturas. El impacto grafico fue enorme en varias generaciones de cubanitos y cubanitas que crecieron viendo por la tele los comics del pequeño mambí. María Silvia, la novia del coronel Elpidio Valdés, el caballo pinto Palmiche, el malísimo General Resóplez, el gran enemigo de Elpidio Valdés, así como Mister Chains (cadenas), el ambicioso terrateniente gringo, entre otros, configuraban la simple pero enjundiosa dramaturgia de la lucha entre el bien y el mal. El primero representado por los cubanos mambises militares (muy importante, los civiles siempre aparecían mal parados) y el segundo por los españoles y los americanos.
Ahora yo me hago sólo una pregunta: viendo las imágenes de las enormes colas de cubanos de ambos sexos, de diversas edades y colores, ante la Embajada de España en Cuba, suplicando, bronqueando en las filas calurosas bajo el sol en espera de ser atendidos por los antojadísimos funcionarios de la “Madre Patria”. ¿Dónde están los descendientes de Elpidio Valdés?
Mario Morales.
Nota.-
[i] Tras la Guerra Civil otra oleada de peninsulares emigró hacia América, estableciéndose muchos de ellos en Cuba, de los cuales surgieron no pocos actores de las revueltas sociales que conmovieron a nuestra joven nación desde los años 20s hasta bien entrado los 60s.
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