martes, 27 de noviembre de 2012

Devolver la tierra a los que la trabajan



LA HABANA, Cuba, noviembre, www.cubanet.org – Según se ha informado oficialmente, el próximo día 9 de diciembre entrara en vigor el Decreto Ley 300, que regula con nuevas posibilidades el arrendamiento en calidad de usufructo a particulares o personas naturales de tierras ociosas.

La nueva norma deroga el Decreto 259, que por casi cuatro años, reguló esta vía para paliar de alguna manera el desastre generalizado de ineficiencia, improductividad, descapitalización que sufre la agricultura cubana, motivadas por la deplorable gestión del monopolio estatal del sector agropecuario, dimanado de las leyes de reforma agraria de mayo de 1959 y de octubre de 1963.

El gobierno cubano, convertido en latifundista monopólico, con el control del 85 % de la superficie cultivable del país, desarrolló a lo largo de cinco décadas un sostenido proceso de destrucción del sector agropecuario, que nos hizo entrar al siglo XXI tal vez con la más baja tasa de seguridad alimentaria del mundo occidental, siendo importadores del 84% de los alimentos que consumimos, y padeciendo el colapso casi total de renglones tradicionales, como la industria azucarera –de siete millones de toneladas, a menos de dos-; el café –de sesenta y seis mil toneladas, a solo seis mil–; o el ganado bovino –de siete millones de cabezas en 1959, a no se sabe cuántas pocas hoy día (muchos cubanos avanzan de la adolescencia a la juventud sin haber visto nunca un bistec de res). A esto se agregan miles de hectáreas de tierras ociosas, muchas de ellas inundadas por el marabú y por la incapacidad del Estado para hacerlas producir.

Una larga saga de experimentos descabellados y fallidos, arbitraria depredación forestal, indiscriminada utilización de fertilizantes químicos y la infaltable arbitrariedad burocrática, han acelerado y profundizado la crisis de un sector otrora vanguardia de la economía nacional. Y sobre todo dispararon las penurias y traumas de la familia cubana, al punto que durante mucho tiempo recorrió la Isla un chiste amargo, que señalaba como los tres principales problemas de nuestra sociedad: el desayuno, el almuerzo y la cena.

En Cuba, los precios de los alimentos suben por día, y se cuenta cuántas veces una familia necesita gastar los ingresos de que dispone sólo para nutrirse medianamente.

En medio de esta hecatombe, siempre creciente, los campesinos individuales, conocidos como pequeños agricultores –con haciendas de hasta cinco caballerías, es decir 64 hectáreas–, han producido con calidad y eficiencia sostenida durante este medio siglo, a pesar de ser sometidos a todo género de presiones o restricciones. Los pequeños agricultores se han convertido casi en los únicos productores, a pesar de los incumplimientos del Estado, respecto a sus compromisos contractuales y comerciales que tanto obstaculizan su labor productiva.

Ante tan desolador panorama, en el año 2008 el gobierno cubano se vio obligado a arrendar las tierras ociosas a quien estuviera dispuesto a cultivarlas. Sin embargo, la concepción misma del proyecto y las múltiples restricciones y prohibiciones que incluía, han motivado el rampante incumplimiento del objetivo de aumentar la producción y bajar los precios de los productos agrícolas, inaccesibles para la mayoría.

Las posibilidades que brinda el nuevo Decreto ley significan un tácito reconocimiento del fracaso de la primera vuelta del arrendamiento. A partir de ahora, se amplía hasta cinco caballerías la cantidad de tierras a arrendar, se incluyen la actividad forestal y frutales, así como el cultivo de flores y plantas ornamentales, se permite la construcción de nuevas bienhechurías –casas y otras instalaciones necesarias a la producción– en el perímetro de la tierra arrendada, y se da la posibilidad de establecer relaciones con otras entidades, como cooperativas o granjas estatales, para recibir servicios imprescindibles a la producción.

Los gobernantes cubanos se niegan a entender que solo cuando entreguen la tierra en condición de propiedad a los ciudadanos dispuestos a producir, y cuando, además, eliminen las restricciones al libre comercio de los renglones cultivados, se comenzará a dar los pasos necesarios hacia la recuperación del agro cubano.

Si en realidad los únicos que han mantenido una producción sostenida y de calidad son los campesinos individuales, eso es lo que hay que incentivar, para impulsar la producción más allá de las cifras manipuladas y la abundancia que solo habita en la ficción de los noticieros televisivos.

Por el aumento sostenido de la producción agrícola, pasa la posibilidad de revertir la crisis permanente de nuestra maltrecha economía, restaurar el poder adquisitivo de la población, así como el valor del dinero y el trabajo. Pero las autoridades deben demostrar la valentía política y la sensibilidad que les permita realizar una nueva reforma agraria que cumpla el reclamo histórico de la nación cubana: devolver la tierra a los que la trabajan. Este reclamo, incumplido al nacer la república, en 1902, reiterado y frustrado en la Constitución de 1940 y con la revolución de 1959, vuelve a ser decisivo a la hora de definir el futuro de una nación que sufre y sueña con el renacimiento que le niega la indolencia criminal de un poder tan cobarde e irresponsable.

Martes, Noviembre 27, 2012 | Por Leonardo Calvo Cardenas

domingo, 25 de noviembre de 2012

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martes, 13 de noviembre de 2012

domingo, 4 de noviembre de 2012

viernes, 2 de noviembre de 2012

jueves, 1 de noviembre de 2012

Cuatro años más.




Cada vez que escucho la frase- cuatro años  más - dicha por algunos personajes, realmente me da tan mala impresión y me pone a pensar cuán lejos hemos caído de la idea original de los padres fundadores de esta gran nación americana.

Cuando se fundó esta nación y se establecieron las reglas del juego democrático y administrativo se dejo abierta la puerta para introducir los cambios necesarios en el futuro sin tener que caer en conflictos y problemas que llevaran a la destrucción de la propia nación y que no se fomentara el descontento dentro de la población, de ahí quizás lo lento que nos puede parecer tanto los cambios en las leyes así como su implementación y a no ser por la guerra civil, donde la lentitud dejo de aplicarse al menos en una ley( sobre la esclavitud) creo que esa lentitud ha favorecido los cambios necesarios que han ocurrido desde 1776.

Moviéndonos hacia a tiempos más cercanos a nosotros, hemos visto y en mi opinión para mal del país en sentido general y beneficio de los políticos hemos visto como muchos de ellos, usando el sistema electoral han perpetuado sus posiciones a través de los años, si dije usado, pues es sabido que luego de que una persona toma un puesto político, sea concejal, congresista, senador, alcalde, gobernador, presidente, es bastante difícil para el ciudadano de a pie poder desplazar al personaje a no ser que exista un límite de tiempo a ese cargo y que posea una cantidad sustancial de dinero para una campaña política, pues como es sabido, los intereses y los interesados apoyan a aquel que beneficiara dichos intereses y generalmente sucede con quien está en el puesto, a no ser que ese electo ciudadano se oponga a intereses creados, estos le darán la espalda y apoyaran a quien se someta a dichos intereses, el pueblo solo sirve para votar por el que más oigan sonar o por el que le metan por los ojos, pues el pueblo desde hace buen tiempo, producto de todo esto y mucho mas ha perdido el interés que la misma ley le ha conferido y lejos de sentirse como el “empleador” se ha situado como servidor del ciudadano electo, dejando en total libertad de acción y sin verificación de sus actos al político de turno. Grave error, pero es así.

Yo opino que las posiciones políticas tienen que tener un tiempo y un tiempo prudencial y que no exceda el tiempo del Presidente de la nación, sin excepción alguna, además que ese “servidor público” no salga de dicha posición con un paquete de beneficios superior a lo que pueda ofrecer ninguna otra compañía  en el país, que si luego de cumplir con el termino y luego de dejar un periodo de tiempo fuera del mismo, desea regresar, pues que lo haga, pero siempre con el conocimiento que el trabajo no durara más de 8 años si se porta bien y es re-electo.

Dicho todo lo anterior, cuando exprese que al oír a algunos personajes pedir “cuatro años más”, me daba mala impresión, les explicare porque me produce esa impresión. Sencillo, muchos ingenuamente piden más tiempo en el puesto, en este caso para el Presidente Obama alegando que en cuatro años no hay tiempo suficiente para hacer todo lo que  tenía planificado, que cuatro años es poco tiempo para el “cambio”, reducir el déficit y mil promesas incumplidas mas, bueno hasta ahí quizás pueda conceder el beneficio de la duda y dejando mis ideas de lado hasta pueda estar de acuerdo en conceder cuatro años más, aunque si un gobernante con tanto poder no es capaz de al menos orientar el país por el camino de la prosperidad y recuperación en cuatro años, para que perder más tiempo con tan mal empleado, además de saber perfectamente la forma que piensa “emparejar” la sociedad americana, como se va a dar más tiempo a quien su pasado historial y presente da muestras de flaquezas y vergüenza de ser americano.

No quiero sonar  feo, pero lo anterior dicho está perfectamente documentado desde los tiempo de Senador en Illinois y de sus amigos y demás, y hablando de sus amigos, algunos que se han mantenido con cierta modestia propagandística en los últimos meses han estado saliendo a hacer comentarios que nos deben preocupar y vienen al caso sobre el tiempo que un político debe de estar en el puesto. Como en la América  del Sur o debo decir en algunos países donde se ha ido comprando el Socialismo del siglo XXI (que nadie lo ha explicado todavía qué cosa es), donde sus presidentes que electos democráticamente y con el apoyo de muchos otros políticos electos han ido “modificando’ desde leyes aisladas hasta la constitución en su totalidad para lograr el sueño deseado de poder ser “electos indefinidamente”, mientras tenga dinero y poder para las campañas y con ellos poder “convencer’ a los electores que ellos son los mejores seguirán en el puesto eternamente y lo lindo del caso es que el dinero sale precisamente de ese puesto que pagamos todos. Digo esto con preocupación, pues ya algunos líderes comunitarios y presidentes de asociaciones negras y pastores andan dando vueltas y soltando comentarios que se debería ampliar o al menos permitir más de dos términos presidenciales, ojo que por ahí se empieza y miremos al Sur las consecuencias.

Espero que como de costumbre, los cambios legales sigan siendo lentos, espero que esta idea de poder estar en el puesto presidencial por más de dos términos no llegue a ningún lado, pero ya hubo una ocasión que sucedió y aunque fue producto de la Segunda Guerra Mundial, esperemos que no se repita más y menos por aprobación de los propios políticos sin contar con el pueblo. Espero que estemos alerta ante este movimiento que aunque silencioso todavía, no deja de representar un peligro para la democracia, la libre expresión y todas las libertades conocidas, quiero de todo corazón que el pueblo recupere su responsabilidad como empleador y dueño de este gobierno,  estemos preparado para cualquier situación fabricada que nos pueda llevar a un punto donde como pueblo dejemos de decidir quién y por cuánto tiempo nos gobiernan.