El móvil de la economía participativa.
EI motor del capitalismo clásico es maximizar las riquezas. El nuevo estado industrial descrito por Galbraith perpetúa los intereses del alto estrato gerencial. Algo así también sucede en el sistema soviético, por el acomodo burocrático a un sistema de cuotas con penalidades c incentivos.
EI propósito de la economía participativa es maximizar el ingreso de cada uno de sus miembros. Una vez acordada la distribuci6n, cada participante alcanza su ingreso máximo cuando a su mismo nivel lo alcanzan todos. Es un verdadero mecanismo de solidaridad. Muchos participantes ni siquiera lo ven así, y traducen con frecuencia eso de maximizar ingresos en términos de satisfacción general. La comunidad determina hasta donde le es factible reducir ingresos a cambio de mejoras en las condiciones de trabajo. Más próximos al centro laboral que los tradicionales accionistas, los trabajadores muestran mayor preocupación por el bienestar social y los efectos de la contaminación en el ambiente. A veces las empresas mismas son los únicos organismos locales con capacidad para acometer proyectos de disfrute colectivo: escuelas vocacionales, comedores, guarderías infantiles y centros de recreo.
La motivación en la economía participativa.
Hay motivaciones genuinas y motivaciones impuestas. Todos los trabajadores deben tenor, al menos. Una motivación impuesta. EI problema de los sistemas tradicionales es reservar la genuina para una ínfima minoría. Los demás funcionan bajo, coerción. Y es una reacción ampliamente observable la conducta irresponsable, violenta o resignada, de los coercitivos. Algunas motivaciones económicas aspiran a remplazar la genuina. Bonos y participación en las utilidades, por ejemplo. Pero ni son universales ni tan perfectas como algo inherente al estado natural. Pago a destajo es susceptible a manipulación, disminuyendo la calidad del producto.
Pero la participación inspira una motivación genuina toda la población laboral. Y el que merma la calidad del producto a sabiendas, no solo sabe que afecta las ganancias colectivas y las propias, sabe que se arriesga al repudio de sus compañeros.
Cualquier esfuerzo se mide en duración, intensidad y calidad. Cada dimensión es susceptible de duplicarse a partir de un mínimo. Con genuina motivación, el esfuerzo global reflejado en los ingresos puede multiplicarse hasta alcanzar niveles muy altos.
La participación y el ahorro.
Acumular capital es preocupación básica de los países en desarrollo. En la economía auto gerencial las rentas sobre el uso del capital o la tierra, junto con las reservas acumuladas por depreciación, se destinan primariamente a generar nuevos activos. No a consumo adicional alguno. Basta con que el organismo de recaudo y fomento garantice el valor real de las cuentas en el momento de reemplazar los activos depreciados. Las tasas de acumulación alcanzables por este medio son considerables, aproximan un 30% del producto nacional neto.
Si hay un sector autogestionario extenso, conviene que la función de recaudar y aportar fondos este a cargo de una organización nacional de amparo. No centralizada necesariamente. Esta agencia se encarga, específicamente, de supervisar el mercado de capitales, fomentar y expandir empresas y difundir asistencia técnica.
Eficiencia de la economía participativa.
La empresa autogestionaria tiende a subdividirse en unidades operacionales tan pequeñas como permita la eficiencia económica, Ese rasgo proviene del deseo natural de impedir a desconocidos compartir decisiones e ingresos. Las firmas capitalistas y los conglomerados estatales, por el contrario, tienden al gigantismo, aun en perjuicio de sus empleados y excediendo a veces el tamaño adecuado para una operación eficiente. Si la pequeñez limita la investigación tecnológica, o la posibilidad de grandes economías de escala, es igualmente cierto que la participación local estimula la inventiva y facilita la implantación de mejoras. La economía de escala no ayudo en nada a los dinosaurios.
Aun a niveles de producción mas reducidos, el orgullo por la calidad y diferenciación de sus productos permite menor dependencia en la promoción publicitaria, con el consiguiente ahorro. El régimen participativo no da razón al conflicto obrero patronal. Desaparece el costo de las huelgas y otras formas más o menos virulentas de guerrilla económica intestina, así como el efecto nocivo de la animosidad. Borrar estas causas consabidas de conflictos, no puede sino moderar las actitudes y relaciones humanas más allá del marco puramente económico.
Tomado de Palenque. Otoño 1990.
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